«…llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor»
Saludos mis amigos,
Hoy, en la solemnidad de la Fiesta de la Presentación del Señor, nuestra comunidad en la Diócesis de Bondo ha celebrado una jornada de gran fervor espiritual con las ordenaciones sacerdotales de los nuevos padres: P. Jean Pierre, P. Bien-aimé, P. Jean Pierre, y P. Gaston, quien es procedente de nuestra Parroquia «Sagrado Corazón de Jesús». Con estas nuevas ordenaciones, contamos ya con 27 sacerdotes en nuestra diócesis. Sin duda, este es un momento de bendición y esperanza para nuestro pueblo.
Sin embargo, la alegría de este día se ve contrastada con la dura realidad que enfrentamos. Nuestro país atraviesa un período sombrío. En la región del Nord-Kivu, en la frontera con Ruanda, la situación se ha vuelto un verdadero calvario. Durante 30 años, la guerrilla M23 y las fuerzas militares ruandesas han desatado un conflicto devastador que ha cobrado la vida de más de 1,000 personas esta semana, incluidos más de 700 militares congoleños. Esta violencia ha causado que más de un millón de personas estén desplazadas, condenadas a vivir en condiciones deplorables en campos de refugiados.
La República Democrática del Congo es un país vasto, diez veces más grande que Ecuador, y posee riquezas minerales extremadamente codiciadas, como cobre, cobalto, litio y zinc, utilizados para la fabricación de procesadores y microchips base para toda la industria electrónica, de comunicación y satelital. Desafortunadamente, estos recursos han sido objeto de saqueo por parte de políticos y militares que sirven a los intereses de potencias del primer mundo. La explotación continua de estos minerales por naciones como China es un recordatorio doloroso de cómo los intereses globales socavan nuestra estabilidad y paz.
En medio de esta situación, recordamos con fe las palabras del Evangelio: «…llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor» (Lc. 2, 22). Esta presentación no solo celebra la llegada de la Luz al mundo, sino que también nos invita a confiar en que estamos en las manos de Dios.


Aquí, en la fracción del pan de la Santa Eucaristía, les recuerdo a todos en mis oraciones. La luz de Cristo nos guía, incluso en los tiempos más oscuros, y tengo la esperanza de que, a través de la fe y la acción conjunta, podamos reconstruir nuestro país y ofrecer un futuro mejor a las generaciones venideras.
Con esperanza y fe,
P. Pedro Indacochea, mccj.
Desde República Democrática del Congo.