Ecuador.- Hace siete décadas, un grupo de misioneros atravesó océanos y continentes con un claro propósito: llevar la esperanza, la fe y la promoción humana a las comunidades más vulnerables del Ecuador. Hoy, los Misioneros Combonianos celebran 70 años de presencia en el país, un trayecto marcado por entregas incansables en favor de las comunidades afroecuatorianas.





Un llamamiento divino que trasciende fronteras
Inspirados en el carisma de San Daniel Comboni, fundador de la congregación, y en respuesta a una histórica petición del Papa Pío XII, quien los convocó a abrir esta nueva misión, los Combonianos llegaron a Ecuador el 2 de abril de 1955. Solo once días después de su llegada, asumieron de inmediato la gestión pastoral de la Prefectura de Esmeraldas, en un contexto de marginación social, pobreza y desconocimiento religioso en esta región. La tarea no era sencilla: trabajar en un territorio disperso, con pocos recursos y en un entorno donde la identidad cultural afrodescendiente todavía enfrentaba el desprecio y la exclusión social.
Desde los primeros pasos en la iglesia de La Merced en Esmeraldas, los Misioneros Combonianos se propusieron algo especial: fortalecer la fe y, al mismo tiempo, promover la identidad cultural y el desarrollo integral de las comunidades afrodescendientes. Apoyaron en la creación de parroquias, escuelas, centros de salud y obras sociales, no solo fue un acto de evangelización, sino también una respuesta concreta a las necesidades de un pueblo que clamaba por reconocimiento y justicia.
Una historia de liderazgo y perseverancia
A lo largo de estos 70 años, figuras como Mons. Ángel Barbisotti, Mons. Enrique Bartolucci y Mons. Eugenio Arellano marcaron hitos en la historia misionera en Ecuador. Bajo su liderazgo, se edificaron la catedral de Esmeraldas, colegios, dispensarios y centros culturales que hoy son testimonios vivos del compromiso de los Combonianos con el pueblo afroecuatoriano. La presencia en las ciudades y zonas rurales fue fundamental para transformar vidas, promover la educación y reivindicar sus derechos.
Los desafíos continúan latentes: la pobreza persistente, situaciones de violencia, la discriminación racial, la contaminación ambiental y las desigualdades sociales constantemente ponen a prueba la fe y la tenacidad de los misioneros y de la gente con quienes comparten a diario. Sin embargo, el espíritu de servicio y la fuerza de la comunidad afroecuatoriana que han acompañado a lo largo de décadas, han sido motor de un cambio profundo en la región.
Un legado que continúa enriqueciendo al país
Hoy, la congregación sigue presente en varias comunidades, (Esmeraldas: La Merced, Borbón, San Lorenzo, Guayaquil, Manabí: El Carmen y Calderón en la ciudad de Quito) llevando adelante su misión con entusiasmo, compartiendo esperanza, acompañando en la promoción social, cultural y espiritual. Conmemorar 70 años no solo es un acto de reconocimiento al camino recorrido, sino también un llamado a renovar nuestro compromiso con el movimiento afroecuatoriano, en busca de justicia, igualdad y representación plena.
Mirando al futuro
El transitar de los Misioneros Combonianos en Ecuador se cuenta desde el testimonio de las personas y organizaciones que hemos acompañado durante estas siete décadas, donde la fe, conjugada con la acción social y cultural, puede transformar realidades. Los esfuerzos han contribuido a que las comunidades afrodescendientes y mestizas no sean solo protagonistas en el discurso nacional, sino también en la construcción de un Ecuador más justo, diverso y solidario.
Al cumplirse 70 años de presencia en Ecuador, los Misioneros Combonianos seguimos animando a las nuevas generaciones a continuar sembrando esperanza, confianza y amor en cada rincón junto a las personas más necesitadas. La verdadera misión comienza en el corazón y se traduce en acciones concretas, siempre con la mirada puesta en construir una sociedad donde todas las personas tengan una vida digna como Jesús quería.
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