mayo 18, 2025
FUE EL PASTOR CON OLOR A OVEJA

FUE EL PASTOR CON OLOR A OVEJA

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Por: Monseñor Rafael Cob García

Me llega a la mente aquellas palabras que un día escuche: ¿por quién doblan las campanas? Cuando el día lunes de Pascua al despertar la mañana, encendía la radio y escuchaba la noticia: ”ha muerto el Papa Francisco» me quedé cortado, después de levantarme corrí a buscar la bandera del Vaticano y ponerla en el balcón a media asta, para anunciar a la gente, la triste noticia que nos llenaba de dolor y nos dejaba en un vacío difícil de llenar, me recordaba aquella frase de la canción de Alberto Cortez ”cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo, una estrella se ha perdido, la que ilumina el lugar, y va dejando  una huella que no se puede borrar”.

Archivo: Vatican News 2019

Ciertamente el Papa Francisco se había convertido en el amigo en quien puedes confiar, el amigo que te acompaña, el amigo que te consuela, el amigo que te dice la verdad aunque te duela. Francisco era el amigo que aconseja y comparte el dolor ajeno, el amigo que camina junto a ti, el amigo fiel y el maestro que te enseña. Cuando un verdadero amigo muere, deja un gran vacío en tu vida, difícil de remplazar, algo de ti se lleva y algo de él en ti se queda, esa huella que no se borrará en tu camino, huella luminosa que no se apagará.

Se nos fue el amigo, se nos fue el pastor con olor a oveja, porque como buen pastor nunca dejó solo al rebaño, con el amanecía y anochecía, nos llevaba a buenos pastos, nos alimentaba cada día, se nos fue el pastor con olor a oveja, se  llevó nuestro olor a oveja, el  olor de su rebaño, nos acariciaba entre sus manos, nos protegía con su cayado, nos cargó sobre sus hombros,  y cuando perdidos, nos buscó hasta encontrarnos.

Murió el pastor con olor a oveja, el amigo siempre fiel , el maestro sabio y paciente, que enseña con su humildad y por delante su ejemplo, de quien conoce el camino, la verdad y la justicia, la fe y la esperanza, murió el gran misionero  que atravesó fronteras que escaló montañas, que caminó  cual peregrino, por caminos y praderas, predicando la alegría del evangelio la vida. En fin, me dicen ahora, que no murió, que me aguarda allá en el cielo , que en la pascua allá voló con Jesús y con María, con José su intercesor y el ángel del alma mía. Gracias Papa Francisco quien estrechó tu mano un día, te abrace allá en el cielo donde no hay dolor ni heridas. Fuiste el buen pastor que por nosotros diste tu vida.

Rafael Cob.

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