julio 17, 2025
MYANMAR: SOBREVIVIERON AL INFIERNO DE LOIKAW

MYANMAR: SOBREVIVIERON AL INFIERNO DE LOIKAW

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Tres años después del golpe de Estado del 1 de febrero de 2021 de la junta militar de Naypyidaw, capital política de Myanmar, el país sigue sumido en la violencia interna y el aislamiento internacional. Pocos meses después, el poderoso general Min Aung Hlaing se nombró a sí mismo primer ministro, mientras que todos los diputados de la Liga Nacional para la Democracia –el partido que había ganado las elecciones legislativas de 2020– fueron encarcelados, empezando por la dirigente Aung San Suu Kyi.

El pasado abril, Aung San Suu Kyi, líder de la Liga Nacional para la Democracia, pasó de la cárcel al arresto domiciliario. Ha pasado casi dos décadas bajo algún tipo de arresto desde 1989. Telecomunicaciones e Internet apagados, registro general de domicilios, violencia y tanques en las calles de las ciudades son algunas de las pocas noticias que en los últimos años han conseguido traspasar las fronteras de un país que parecía encaminado hacia la democracia. En su lugar, el puño duro de la junta militar en el poder ha reavivado los conflictos étnicos de la antigua Birmania con la consiguiente formación de organizaciones armadas locales que se han fusionado en la Alianza de las Tres Hermandades (formada por el ejército de Arakan, la Alianza Democrática Nacional de Myanmar y las Fuerzas de Liberación Nacional Ta’ang-Tnla).

INCENDIO DE LA CATEDRAL DE LOIKAW

Desde el pasado noviembre, los enfrentamientos se han intensificado en el estado de Kayah, el más pequeño de Myanmar, en la zona montañosa de la frontera norte con Tailandia. La junta militar birmana ha utilizado armamento pesado, aviones de combate, vehículos blindados, misiles balísticos y sistemas móviles de defensa. Como consecuencia, el 80% de la población civil huyó de sus aldeas a los bosques y montañas o buscó refugio en campos de refugiados en la frontera tailandesa y otras localidades del vecino estado de Shan.

Especialmente afectada se vio la diócesis de Loikaw, donde en los meses anteriores unas ochenta personas, entre ellas diez sacerdotes, dieciséis religiosos y algunos empleados, se habían refugiado en el Centro Pastoral cercano a la catedral de Cristo Rey, que los soldados gubernamentales atacaron tres veces, y

finalmente quemaron, según relata el obispo, monseñor Celso Ba Shwe, que se vio obligado a abandonar Loikaw. “Intentamos convencer a los militares de la importancia de los lugares religiosos, pidiéndoles que perdonaran el lugar, que entre otras cosas acogía a personas desplazadas.

Sin embargo, en la noche del 26 de noviembre, los militares alcanzaron intencionadamente el Centro Pastoral varias veces con proyectiles de artillería, destruyendo el tejado de la capilla del Centro Pastoral. Por razones de seguridad, decidimos abandonar el Centro Pastoral. Poco antes de nuestra partida, el 27 de noviembre, 50 soldados llegaron y ocuparon la estructura para utilizarla como base”.

DESPLAZADOS

Desde noviembre de 2023, casi 40.000 personas de Loikaw, de una población total de 50.000, han huido de sus hogares tras las ofensivas de la junta, incluidos los bombardeos de artillería contra los rebeldes karennis, que luchaban para intentar hacerse con el control de la ciudad.

En los últimos meses, monseñor Celso Ba Shwe, de 51 años, ha seguido desplazándose, visitando los diversos campos de refugiados. Monseñor Celso afirma: “Un obispo tiene la gran responsabilidad de cuidar de las personas que se le han confiado, no sólo de su bienestar espiritual, sino también de su bienestar físico en tiempos de crisis y conflicto. Como obispo, estoy implicado en la respuesta humanitaria de emergencia, cuando la gente se ve afectada como en este caso por catástrofes provocadas por el hombre a través del conflicto.”

Hablando de su diócesis comenta: “En mi diócesis, de 41 parroquias, 31 han sido desplazadas y cerradas temporalmente. Más de 40 edificios de la diócesis han quedado destruidos. La población de la diócesis es de aproximadamente 89.000 habitantes, de los cuales casi 70.000 son desplazados. Los sacerdotes, religiosos y religiosas, entre los que me incluyo, estamos desplazados junto con nuestra gente, huyendo bajo el fuego de la artillería y los ataques aéreos”, continúa el obispo: “Sólo la solidaridad, la justicia con misericordia, el amor con compasión, respetando los derechos humanos, pueden lograr el cambio que necesitamos. Me siento muy animado al ver que nuestros católicos mantienen su fe en medio de tan grandes dificultades: en casi todos los campamentos donde hay católicos, existe un sencillo lugar de culto, aunque esté hecho sólo con bambú, para el rezo del rosario y para la celebración de la Eucaristía el domingo”.

Mons. Ba Shwe no pudo celebrar los ritos de Semana Santa y Pascua en su catedral de Loikaw, así que lo hizo en una nueva “catedral de bambú” dedicada a Cristo Rey, una sencilla capilla de madera, construida especialmente en el bosque para poder seguir celebrando la Eucaristía: esto, recuerda, “crea la comunidad, que se reúne en torno a Jesús, aunque esté dispersa por el territorio, permaneciendo unida en la oración en un tiempo de tribulación.

SOLIDARIDAD

La Iglesia, los misioneros y las religiosas se movilizan para ayudar a las poblaciones afectadas. “Yo también estoy con ellos en los campos de refugiados”, comenta un misionero tailandés que participa en la asistencia a los refugiados.

El padre Dominique y el padre Joseph son dos sacerdotes tailandeses que intentan organizar la ayuda que se llevará a Myanmar. “Intentamos proporcionar lo esencial: medicinas y arroz porque la situación de extrema pobreza de la gente está empeorando y hay hambre generalizada”.

Los misioneros añaden que la gente dice que, mientras escapaban, fueron bombardeados varias veces por aviones militares. Mientras tanto, el pasado mes de diciembre, las Siervas Misioneras del Santísimo Sacramento de Loikaw, consiguieron poner a salvo a las niñas huérfanas de su escuela, aun a riesgo de sus propias vidas, tratando de dar testimonio de su fe en Dios y de su amor al pueblo birmano.