Los primeros misioneros llegaron a esta parte de Kenia en la década de 1970. Eran misioneros combonianos que trabajaban entre los pokot de Amudat, Uganda. Las fronteras artificiales trazadas por los europeos han dividido a este pueblo en dos países diferentes. La parroquia de Amakuriat, de la que ahora soy párroco, se fundó en marzo de 1984.
PASTORES
Los pokot son una minoría en Kenia. Son pastores seminómadas que poco a poco empiezan a asentarse. Crían rebaños de cabras, camellos, ovejas, burros y, sobre todo, vacas. Las vacas son un símbolo de riqueza y se utilizan en las transacciones económicas, para pagar las dotes y casar a sus jóvenes. Creo que se
necesitan al menos 30 vacas y unas cuantas cabras para una dote, así que si no tienes vacas, eres pobre en este contexto.
Tradicionalmente, los pokot se alimentan de leche mezclada con la sangre del ganado, que extraen haciendo una incisión en la vena del animal. Sin embargo, la sequía que nos afecta desde hace varios años está provocando una disminución de los rebaños y ya no es tan fácil tener leche y sangre en abundancia para todos. Algunos pokot están aprendiendo a cultivar la tierra, pero no son agricultores, y estamos en una zona semiárida, con pocas precipitaciones y un suelo muy pedregoso, por lo que el progreso agrícola es muy limitado.
Hace poco abrimos una panadería en la parroquia, la única de la zona. Ahora producimos entre 400 y 500 panes al día, que la gente aprecia mucho y que, junto con la leche, se han convertido en un buen complemento alimenticio. Vendemos pan al por mayor para ayudar económicamente a las personas que lo distribuyen.
En el territorio de la parroquia, estimo que al menos el 95% de las personas son pokot. Los demás son maestros, comerciantes y artesanos de otras etnias que se han instalado aquí. En general, los pokot no son muy abiertos con ellos y, como no pertenecen a su etnia, les resulta difícil venderles un terreno, por lo que estas personas, calificadas de “extranjeras”, suelen alquilar las casas en las que viven.
COSTUMBRES
Los pokot, que siguen siendo una gran mayoría, conservan muchas costumbres de su cultura, como los nombres que ponen a sus hijos, a menudo relacionados con la hora, el lugar o la estación del año en que nacen. Por ejemplo, una niña que nace temprano por la mañana se llama Cheyech; un bebé que nace en época de lluvias se llama Krop, pero si es niña, Cherop; si una niña nace en el campo, fuera de casa, se llama Chesang. Y así sucesivamente. A este nombre personal, añaden el nombre del clan al que pertenecen. También mantienen el ritual de iniciación, llamado sapana, que no es para todos, sino sólo para los que alcanzan cierta notoriedad.
Otra costumbre que conservan es la vestimenta y los accesorios tradicionales, como los vistosos collares de las mujeres y las famosas faldas loruwa, con muchos pliegues que hacen oscilar al caminar. Los hombres llevan la shuka, una tela de colores que les protege del frío, y el ngachar, un pequeño taburete de madera que también utilizan como reposacabezas.
En este contexto, respetando las tradiciones de este pueblo, vivimos nuestro servicio de evangelización.
EVANGELIZACIÓN
Amakuriat es la parroquia más grande de la diócesis de Kitale, las distancias son enormes y la gente está muy dispersa. Tenemos 50 pequeñas capillas con comunidades cristianas activas de unas 20 personas de media, que los cuatro misioneros que la componen intentan visitar cada dos meses. Algunos catequistas y los llamados animadores de oración nos apoyan en esta labor.
También trabajamos mucho en las escuelas. El 90% de los pokot son analfabetos y no hablan ni swahili ni inglés. No hay escuelas públicas, pero el gobierno apoya a las 25 escuelas católicas de la parroquia, dos de ellas de secundaria, pagando a los profesores. Las visitamos muy a menudo para darles formación cristiana y celebramos la Eucaristía con los alumnos. De este modo, dedicamos gran parte de nuestra atención a los jóvenes.