A merced de la violencia y sin la ayuda de otros países. Esto es lo que sienten los haitianos, enfrentados a una guerra de bandas y en medio de una grave crisis humanitaria.
Magdalena Boschetti, misionera fidei donum desde hace más de 20 años, testimonia: “Los ciudadanos no ven respetados sus derechos, y la Iglesia también es víctima de esta situación” Las crónicas de estos días hablan de violencia entre bandas, entre estas bandas y la policía.
Según un informe de la ONU, sólo entre el 14 y el 19 de abril, la violencia de las bandas causó la muerte de casi 70 personas, entre ellas 18 mujeres y dos niños. Pero se trata de una cifra desfasada. Los enfrentamientos se concentran en el barrio de Brooklyn de Cité Soleil, cerca de la capital, con las bandas G9 y Gpep subiendo el tono.
“La inseguridad – reza el documento de la ONU publicado hace unos días – ha alcanzado niveles similares a los de los países en guerra”.
Magdalena Boschetti también confirma este escenario, habla de la imposibilidad de la policía de controlar la situación, la violencia, de hecho, se produce simultáneamente en diferentes zonas de la capital.
Asimismo, al igual que la ONU, la misionera hace referencia a la guerra y subraya cómo la violación se utiliza, precisamente, como “arma de desprecio y de terror para la población”.
“La Iglesia también es víctima de esta situación – explica Magdalena– y es una voz que molesta porque sigue reiterando que el bien existe y lo sigue diciendo con hechos y palabras”.